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José Sánchez Tortosa
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miércoles, 30 de enero de 2013

Entrevista sobre la Filosofía en la enseñanza para reportaje en el Cultural

Entrevista completa e inédita sobre la Filosofía en la enseñanza para reportaje en El Cultural concedida a Daniel Arjona


 1. En la última propuesta de ley educativa del ministro Wert la filosofía desaparece como materia obligatoria en segundo de bachillerato. Y la Ética en 4ª de la Eso. Y la Educación para la Ciudadanía se reconvierte en Creación de Valores éticos como alternativa a la Religión. ¿Qué le parecen estas propuestas?
Catastrófico. Es insistir en el desierto intelectual y académico dejado por la LOGSE. Salvo las pruebas a final de cada etapa no veo que se cambie nada sustancial. En particular, la conversión en optativa de la Historia de la Filosofía de 2º de bachillerato tendrá como consecuencia dejar a los estudiantes de bachillerato paulatinamente sin material de estudio en lo que se refiere a la propia Filosofía y, en general, al pensamiento racional. Seguirá habiendo Filosofía en el sentido de que no es posible razonar y, prácticamente, siquiera hablar sin emplear las ideas filosóficas, que están incorporadas y agitando todo discurso, incluidos los más estúpidos, y a veces especialmente los más estúpidos. Pero ese uso de las ideas filosóficas, que no quedaría borrado, se daría sin definir sus términos, sin respetar las condiciones del discurso lógico, sin el escrúpulo de la construcción filosófica, sin los diques de contención que la constancia de una racionalidad limitada impone. El hueco que dejaría un estudio riguroso de las condiciones en que los seres humanos se han enfrentado a lo largo de la Historia al problema de comprender lo que les rodea y les constituye sería ocupado por mitologías acríticas ubicadas en planos categoriales distintos y parciales, como los religiosos, los tecnológicos, los científicos, los psicológicos, los políticos, los jurídicos, los económicos, etc. La Filosofía se sitúa, por definición, a distancia de esos planos categoriales y, de ese modo, puede esclarecer sus diferencias y relaciones, cosa que ninguno de ellos puede hacer sin contar con los demás y desde sus propias coordenadas. No hay forma de hacer ciencia, economía, política sin emplear ideas filosóficas, como causa, libertad, justicia, igualdad… Lo de los valores éticos es tan fofo y débil como lo de Educación para la ciudadanía. Son eufemismos ideológicos que ocultan que la crítica (filosófica) procede destruyendo dialécticamente, virtualmente, esos mitos del pensamiento postmoderno (valores, educación…). Leer y comprender el Protágoras y el Menón, de Platón, por ejemplo, constituye la mejor lección posible sobre esas entelequias. Pero no se puede hacer eso si no se está adiestrado en los rudimentos del enfrentamiento dialógico y racional con el instrumental de la lógica, lo cual no se puede conseguir en el vacío. Se piensa a partir de materiales previos (mitológicos, históricos, sociales, tecnológicos…) y, sobre todo, se piensa contra algo. Si no hay estudio de esos contenidos, ¿cómo se puede pensar, en sentido crítico y riguroso? En tal caso, el estudiante queda a expensas del psicólogo o publicista ideológico de turno, verdaderos sofistas de nuestros días.

2. ¿No llevamos ya demasiado tiempo hablando del declive de las Filosofía y las Humanidades en la Enseñanza? Quiero decir, ¿no debieran las disciplinas humanísticas entonar a su vez algún tipo de mea culpa por su autosuficiencia de antaño y su retraso presente en no lograr picar la curiosidad al mismo nivel que las disciplinas científico-técnicas?
¿Cómo va a picar la curiosidad de un adolescente la filosofía o la literatura clásica si desconocen el latín y el griego? Los idealismos cientifista, economicista, psicologista, y ecologista, y estos dos últimos en particular son dogmas de fe en la enseñanza actual, acaparan el ideario socialmente hegemónico y reducen la reflexión estética o filosófica a titulares o anécdotas de suplemento cultural. Es una verdadera heroicidad la afición a esas venerables disciplinas en estas condiciones, al estar condenadas a la indigencia laboral en aras de la tecnología y la psicología. Por otra parte, es verdad que muchos de los profesores e intelectuales de las Humanidades (categoría de por sí arbitraria, por no decir absurda) tienden a acomodarse en sus reductos de erudición estéril sin leer los mundos actuales a través de los clásicos. O bien, se entregan a una literatura mitológica o vacía propia de best-seller de aeropuerto, producto de consumo urgente para ágrafos con pretensiones intelectualoides que necesitan decir que han leído un libro.

3. La pregunta más obvia y la más necesaria. ¿Qué es aquello ineludible que brinda la enseñanza de la Filosofía a nuestra formación como ciudadanos?
Hoy, un ciudadano es un contribuyente. Si paga sus impuestos no se le puede arrebatar esa condición. Pero eso no implica que por eso esté automáticamente preparado en el plano intelectual para intervenir activamente en los asuntos públicos (en la polis). Esa intervención requiere ya una formación que no puede venir sólo de la enseñanza de la Historia, la Economía, las Ciencias, etc., siendo éstas indispensables, sino, sobre todo, de la capacidad crítica que sea capaz de conocer esos campos y definirlos, diferenciarlos, clarificar sus límites y confusiones y deshacer, de ese modo, las mistificaciones, las trampas, las falacias, las imposturas y los mitos que, al desbordar sus coordenadas, pueden generar, y que sólo un análisis racional que desde fuera trabaja con esos materiales puede llevar a cabo. Por decirlo rápidamente, un ciudadano debería estar preparado para votar con conocimiento de causa una vez ha obtenido el título de la enseñanza obligatoria, para lo cual debe estar al tanto de lo esencial de la Historia de su país, de las instituciones políticas que estructuran el Estado en el que vive (y de los países de su entorno, especialmente al pertenecer a una organización transnacional, como la UE), y haber leído y comprendido, estos es, no asumido sino criticado, en cada momento los programas electorales de los partidos políticos que concurren en las elecciones en las que participará, etc. Cabría incluso expedir un certificado oficial o superar un examen para ganar el derecho al voto. Esto no es posible hoy día dado el sistema educativo actual en España, que el Anteproyecto de Ley no cambia sustancialmente. Por eso, no se trata de que los filósofos, o al menos los profesores de Filosofía, sean maestros de virtud —lo cual podría resultar no menos catastrófico—, sino todo lo contrario. Los filósofos son los que critican y combaten a los maestros de la virtud (como ya señaló Platón con Protágoras o Menón). La Filosofía, la ejerza quien la ejerza, pero no se puede ejercer mínimamente bien si no se conocen su Historia y sus contenidos al menos de forma elemental, es la vanguardia capaz de desenmascarar esos supuestos maestros de la virtud ciudadana que prometen una libertad ilusoria y a los que los sujetos tienden a entregarse por pereza intelectual. Descreo de las conspiraciones. Es más verosímil la explicación que encuentra las causas en la mediocridad y la incompetencia, como líneas de fuerza inerciales: La navaja de Ockham.
Una formación filosófica defiende contra la estupidez, que se basa fundamentalmente en creer que lo que a uno se le ocurra u opine tiene valor en sí mismo por el mero hecho de pensarlo (o de ser persona, de ser ciudadano, de ser humano, de tener alma…). Esto es lo que la Filosofía crítica puede contribuir a devastar, a tumbar sistemáticamente. Esa democracia de la idiotez, que es demagogia de la peor especie y que la LOGSE institucionalizó, es el primer enemigo hoy día para los sujetos que están en fase de formación y que pueden no haber perecido aún bajo los dogmas elásticos y funestos de lo políticamente correcto.

 4. ¿Y qué opina de la afirmación habitual de que las sociedades de consumo actual  no valoran los saberes aparentemente poco prácticos?
Que es falsa. Las sociedades de consumo estatalizadas giran en torno a realidades basura. Existen dos riesgos: una sociedad restringida a los fundamentos de la tecnología y la ciencia (ya no de la religión, salvo en el Islam), es decir, a lo que podríamos denominar "valores prácticos", o una sociedad limitada a lo inútil u ocioso, cuyo máximo exponente podría ser la Telebasura. Lo que se tiende a despreciar no son los saberes no prácticos, sino, sencillamente, los saberes, a no ser en planos exigidos por el fin pragmático o utilitario de la realidad más inmediata y dentro de unos marcos de los que habitualmente no hay interés por salirse.

5. ¿Usted cómo se lo montaría para lograr que Platón o Nietzsche estuvieran a la par con Steve Jobs o Stephen Hawking en el Panteón de Hombres Ilustres de nuestros adolescentes?
Como es obvio, un escritor o un simple profesor de Filosofía no tienen tal poder, pero lo extraño es, precisamente, que los clásicos del pensamiento occidental (griego) no tengan ya ese prestigio. Hay que recordar que, en general, los filósofos más importantes fueron la vanguardia de la intelectualidad de su época (en filosofía, pero también en política, ciencias y otras disciplinas) y que, acaso por eso mismo, tuvieron bastantes problemas en su momento. Es el polvo de la Historia depositado en su epidermis, digamos en los títulos de sus obras, lo que los pone en el escaparate como residuos arqueológicos convenientemente condenados al silencio de los museos o las bibliotecas. Pero a poco que se lean con atención suelen decirnos sobre nuestras sociedades mucho más que lo que pueda decir cualquier periódico del día o el telediario de turno, verdadero basurero de imágenes y tópicos donde no cabe un solo pensamiento. Obras como las de Platón o Spinoza no pueden ser más fascinantes para un adolescente, que suele andar en busca de su lugar en el "mundo", si se consigue que vea su potencia combativa, esa sacudida que hace tambalear los prejuicios en los que la mayoría se instala cómodamente, si se consigue que vean en qué sentido profundo, estrictamente filosófico o discursivo, Platón les está hablando de ellos y a ellos, y que es imposible entender una sola palabra de los mundos en que viven y que son, del hábitat extraño al que han sido arrojados, sin esa tradición forjada en defensa propia que es la Filosofía. Se puede no saber quién es Platón y no ser un idiota, pero será porque, se quiera o no, aun de manera inconsciente, se hacen propios los principios de una tradición académica transcultural, y en cierto sentido anticultural, fuera de la cual la alternativa se juega entre la barbarie del dogmatismo o la barbarie del relativismo, entre el Absoluto, bajo cualquier máscara, y la Nada. 


viernes, 25 de enero de 2013

Sobre la Filosofía en la enseñanza, en El Cultural

Sobre la Filosofía en la enseñanza, 

en El Cultural de El Mundo

Adela Cortina, José Sánchez Tortosa, Javier Gomá, Manuel Cruz, Jacobo Muñoz, Manuel Barrios, José Antonio Marina, Fernando Savater, Rafael Argullol y Victoria Camps

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