Lectura de Espejismos,
poema en prosa del libro
José Sánchez Tortosa,
Espejismos
En la
fractura de la memoria se abre paso el latigazo del espejo. Los recuerdos
recubren con densidad equívoca la desnudez cristalina en la que estalla todo
atisbo de sentido, toda consciencia, engaño mortecino que se aferra a los
sentidos como un parásito con nombre. La imagen repetida contra el cristal
simula una simetría impostada de la que el ego, ese enfermo crónico, se
alimenta. Torpes amnesias instantáneas componen la persona, secuencia
espasmódica de impulsos eléctricos bajo el disfraz de la identidad. Quien
quiera hablar es siervo de la falacia. Y la falacia es uno mismo. La realidad
cruje de pronto entre los dedos del reloj, mirado de reojo con el pánico
inconsciente a ver en él la evidente verdad: Morir en cada atajo respiratorio,
en cada coartada gestual, en cada pretexto orgánico, dilatar el fracaso trágico
envuelto en lentejuelas, enmascarado bajo la retórica insulsa de la festividad.
El reflejo continuado es una cartografía de la memoria, las heridas del tiempo
tallan en el rostro la anomalía de vivir, reproducción minuciosa de artesano
ciego siguiendo el contorno, las líneas, los pliegues y la decrepitud imparable
que completan el mapa a la escala de rectas al infinito. Lo que se ve no es ya
mirada, es tensión y artificio, es implosión recurrente, bucle molecular que
enfoca una dirección y simula vida. La existencia es mera podredumbre
vectorial, un escueto desvanecimiento sostenido que el olvido consagra. Ganar
la nada es la única victoria a nuestro alcance.
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